1. |
Ni siquiera los rayos
04:51
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2. |
La intransitoria desidia
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3. |
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La entrada ya no era ni una triste salida,
su afilada proa varada ya no oteaba ni tierra ni mar,
un arete electrocutado recordaba tiempos mejores,
ciega, y lo peor, invisible,
un barco fantasma que ni estremece.
La exedra ahora era hiedra,
la única semoviente que pacía y yacía por allí.
Me acuerdo de los amigos olvidados,
me acuerdo del compañero del Rincón,
y me acuerdo, de la intransitoria desidia.
Los vidrios rotos de la noche eterna competían con los opacos cristales,
en fealdad.
Ni siquiera los rayos de ángel dejaban atisbar ningún movimiento exterior,
sólo el inmóvil movimiento interno hacía presagiar la desdicha.
No cabalgamos, luego no ladran.
Sus travesaños encarcelaban los últimos suspiros de aguardo,
ya olvidados,
ya omitidos,
ya enterrados.
A través de ellos se encaramaban las sillas en barricada,
como si fuera necesario,
de poco habían servido sus airadas protestas.
El hinchador miraba detenidamente lo que tenía alrededor,
la inquietante quietud hacia que se quebrara su fuelle,
ni siquiera el pie del torturador machacaba ya su piel de percebe,
el ostracismo había dejado sus pulmones vacíos, llenos de polvo,
tantos años de abandono habían perdido su tubo respiratorio,
ahogado entre la mugre de los serafines humanos, pero no muerto,
sólo recordado por figuras espectrales que algún día bailaron.
Le seguía lanzando besos a la altiva chimenea, inflado de dicha,
ésta, sólo tenía ojos para la petulante sombrilla, que desperdicio,
pero claro, su atuendo rojo llevaba un enorme sello impreso,
como el de las opulentas marcas textiles.
Un triángulo amoroso husmeando la cuadratura del círculo,
ese maldito parné,
ese maldito poder,
ese maldito pudor.
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4. |
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La entrada ya no era ni una triste salida,
su afilada proa varada ya no oteaba ni tierra ni mar,
un arete electrocutado recordaba tiempos mejores,
ciega, y lo peor, invisible,
un barco fantasma que ni estremece.
La exedra ahora era hiedra,
la única semoviente que pacía y yacía por allí.
Me acuerdo de los amigos olvidados,
me acuerdo del compañero del Rincón,
y me acuerdo, de la intransitoria desidia.
Los vidrios rotos de la noche eterna competían con los opacos cristales,
en fealdad.
Ni siquiera los rayos de ángel dejaban atisbar ningún movimiento exterior,
sólo el inmóvil movimiento interno hacía presagiar la desdicha.
No cabalgamos, luego no ladran.
Sus travesaños encarcelaban los últimos suspiros de aguardo,
ya olvidados,
ya omitidos,
ya enterrados.
A través de ellos se encaramaban las sillas en barricada,
como si fuera necesario,
de poco habían servido sus airadas protestas.
El hinchador miraba detenidamente lo que tenía alrededor,
la inquietante quietud hacia que se quebrara su fuelle,
ni siquiera el pie del torturador machacaba ya su piel de percebe,
el ostracismo había dejado sus pulmones vacíos, llenos de polvo,
tantos años de abandono habían perdido su tubo respiratorio,
ahogado entre la mugre de los serafines humanos, pero no muerto,
sólo recordado por figuras espectrales que algún día bailaron.
Le seguía lanzando besos a la altiva chimenea, inflado de dicha,
ésta, sólo tenía ojos para la petulante sombrilla, que desperdicio,
pero claro, su atuendo rojo llevaba un enorme sello impreso,
como el de las opulentas marcas textiles.
Un triángulo amoroso husmeando la cuadratura del círculo,
ese maldito parné,
ese maldito poder,
ese maldito pudor.
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SARDINIAN CACTUS Barcelona, Spain
SARDINIAN CACTUS is a music project based in Barcelona. It is a duo of improvised music related with post-jazz culture and experimental music formed by Riccardo Massari (piano, self made instruments & electronics) and Pablo Posa (drums and electronic percussion). ... more
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